
Wim Mertens, el hombre; Wim Mertens, su piano… combinación perfecta. Engranando paisajes, destilando emociones, elaborando músicas para poder sobrevivir a la mediocridad. Fulgurante camino a Las vibraciones más pasionales, a las vibraciones más eternas… poniendo en contacto esta Tierra… con este Cielo, que tenemos sobre nuestras cabezas, tan lejos y tan cerca.
Como poder obviar, como poder olvidar, composiciones como LIR… que parece sacado, que parece extraído de un algún planeta, de alguna dimensión que solo él conoce, que solo él vislumbra… que solo él decodifica como nadie; que puede resonar a una forja, que puede evocar algún volcán en erupción… la irrupción y erupción de un talento… La sorpresa de un rayo que no cesa… de una belleza que no se interrumpe… de un fuego que no se extingue… de unos minutos que no quieres que se fulminen, de una melodía que retumba en tus meninges, de una música que te eleva… una música que quieres que permanezca siempre, de unos acordes inmateriales, de unas notas que no flotan, que gravitan, en tu alma para siempre. Por siempre.