Inmediatamente al escuchar las primeras notas del piano de «Create in Me a Clean Heart», sientes, sabes, que estás escuchando música de verdad, con una cualidad espiritual en ella, capaz de elevarte y tocar tu corazón, produciendo en ti un efecto balsámico, reconstituyente, edificante. Es solo un piano y, sin embargo, quien lo toca, junto con la composición que es interpretada, te llevan a otro estado de conciencia.

Luego, en «The Lord He Knows», una guitarra con sabor a country en su picking style, y las hermosas voces en armonía que te ponen la carne de gallina, te traen el recuerdo de Stills, Crosby and Nash y a los Buffalo Springfield. Pero ellos, Paul and Friends, son ellos mismos, también auténticos como aquellos. Estamos, entonces, ante un conjunto realmente versátil, creativo, rico en sonido y muy inspirado. Muy abundante inspiración transpira tanto en sus letras como en sus arreglos instrumentales. Ellos sienten lo que cantan, lo viven, y eso es un grado.

La música es universal, como la vibración que emana. Al fin y al cabo se expresa a través de todos los formatos, enfoques vitales y, en este caso, religiosos (no en vano el Godspell es una de las raíces del rock). Cuando es realmente inspirada y brillantemente ejecutada nos une y puede emocionarnos hasta las lágrimas. The 23rd Psalm, with a Children’s Prayer, es una de esas canciones intemporales, maravillosas. Es la magia del sonido clásico… pues al escuchar la canción, lo mismo te suena a un excelente coro de música devocional que a una genialidad de Brian Wilson con los Beach Boys.

No es extraño que este album del Paul and Friends se titule Journy of the Heart (Excursión del Corazón).  Doy gracias por haberme tomado el tiempo de parar, tras haber tenido el primer vislumbre; para después escuchar con calma. Y más tarde volver a escuchar. Y volver a escuchar hasta que las lágrimas asoman en mis ojos. Les tomó entre 4 y 5 años producir este su tercer album. Gracias Paul and Friends.